miércoles, 29 de junio de 2011

UN SÉPTIMO SENTIDO SOLO PARA DIOS.

Cuantas veces no hemos oído a alguien comentar "algo me dice" o "algo me decía"  esto o aquello. Más que todo a las madres haciendo referencia a un hecho o suceso donde estaba inmiscuido su hijo o ser querido. Ellas hacen referencia de que al igual o cercano tiempo de los hechos o sucesos percibían una "información" por llamarlo de alguna manera; que les indicaba que su hijo o amado estaba en situación de peligro, o existía para él una condición de riesgo.
Hay quienes comentan que: "un sexto sentido me decía que algo andaba mal" "Yo sentía un presentimiento". Eso lo podemos llamar así; sin temor a equivocarnos "un sexto sentido".
No quiero ahondar en ese tema puesto que no es mi área la parasicología u otras ciencias que se dedican al estudio de estos casos.
Analizando lo que dice la Biblia, La Palabra de Dios; en el libro del Evangelio según San Lucas específicamente en los versículos del capítulo 8 desde el versículo 43 al 48  en referencia al milagro de la mujer del flujo de sangre, existe un hecho muy particular.
Leamos:                                                                      
Lucas 8:43  Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años,  y que había gastado en médicos todo cuanto tenía,  y por ninguno había podido ser curada,
44  se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;  y al instante se detuvo el flujo de su sangre.
45  Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado?  Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro,  la multitud te aprieta y oprime,  y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
46  Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado;  porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
47  Entonces,  cuando la mujer vio que no había quedado oculta,  vino temblando,  y postrándose a sus pies,  le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado,  y cómo al instante había sido sanada.
48  Y él le dijo: Hija,  tu fe te ha salvado;  ve en paz.

Analizando el texto vemos que el Señor percibió de inmediato una sensación o fuerza espiritual que le indicaba que poder o virtud sanadora había fluido de su cuerpo. El Señor era poseedor de una cualidad extraordinaria; un “Séptimo sentido”
Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado;  porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
El mismo versículo 46 en la (NVI) expresa: No, alguien me ha tocado --replicó Jesús--;  yo sé que de mí ha salido poder.
Y en la versión (DHH) Alguien me ha tocado, porque me he dado cuenta de que de mí ha salido poder.
        Deducimos que él, el Señor Jesucristo por ser DIOS; tenía conocimiento que alguien había recibido sanidad por medio de su poder; pero era necesario que éste ser o ésta mujer se declarara sana, desde ese instante y así mismo contara su sanidad milagrosa para que por su testimonio otros también fuesen sanados. Vemos que el indagó en la multitud, hasta que ella en acto de profunda timidez sintiéndose descubierta; declaró su intención y el resultado de su astuta maniobra.
        Ahora en el caso que nos ocupa queremos hacer constar que ese "séptimo sentido" o esa "percepción sobrenatural" que el señor sintió como algo que salía de su cuerpo que iba dirigido a otra persona; incluso se puede considerar que esa fuerza era segregacionista podía distinguir y especificar entre una multitud que le apretujaba que no era un simple empujón o roce. Recordemos que la mujer no toco el cuerpo físico, no tuvo contacto con la piel de nuestro Señor; solo el borde del manto que cubría al Señor; porque era considerado un delito tocarlo.
        Ella era inmunda y tocarlo se consideraba contaminarlo, estaba obligada por la ley de entonces, apartarse de las demás personas en los caminos y debía gritar como advertencia "inmunda", "inmunda"  su enfermedad era catalogada crónica y vergonzosa.
Ya para concluir vemos que ella logro su objetivo, fue perdonada por su delito,  sanada de su penosa enfermedad y enviada en paz por el señor.
        Como toda historia donde estaba involucrado el señor a excepción de la suya propia tiene un final feliz; porque incluso después de su muerte en la cruz fue que se entendió, que era el precio por nuestra reconciliación con el Padre y la Salvación de la muerte eterna. Para que por el tengamos vida y vida en abundancia por medio de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Nos deja muy claro esta historia que Él no era de este mundo. El vino (acá) a buscar y salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:10)

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